Hasta el siglo XX ningún edificio superó en capacidad al anfiteatro Flavio, el Coliseo, destinado a acoger las sangrientas diversiones con que los emperadores cortejaban al pueblo de Roma. Coliseo de Roma es un anfiteatro que simboliza el poder romano en todo su esplendor. Esa arquitectura fue un monumento majestuoso al poder de los hombres. Era la prueba de cómo había crecido y desarrollado la arquitectura e ingeniería romana, que hasta nuestros días, se siguen usando alguno de sus principios, no sólo en la visión, sino que también en el uso de su material de construcción. El nombre es adoptado de la palabra latina colosseus (colosal), pero no hace alusión a su tamaño, sino al hecho de haber sido construido junto a una colosal estatua del emperador Nerón.
El emperador Vespasiano empezó la construcción entre el año 70 y 72 D.C, pero a su muerte en el año 79, el Coliseo estuvo completo hasta el tercer piso, posteriormente su hijo Tito, terminó la obra y la inauguró el año 80.
¿Para qué sirvió la construcción del Coliseo? Primeramente era para amenizar no sólo al pueblo, sino a los emperadores, senadores y la más prestigiosa aristocracia de la época. “Demos al pueblo lo que quiere”. El pueblo no quiere poesía, danza, cánticos, ni teatro, quiere sangre. Es la única forma de satisfacer el morbo humano. Ver matar y morir a personas. Es una especie de satisfacción despiadada que tiene el hombre, pero le satisface y complace ver morir a su semejante. El coliseo, o como algunos le llaman, el circo sangre fue un escenario legal donde era permitido los actos más escalofriantes que hubiese visto el mundo. Por alguna razón, el hombre disfruta con la desgracia ajena.
El Coliseo fue un espacio abierto a los espectáculos, tales como las peleas de animales, ejecuciones de prisioneros por animales y las peleas de los gladiadores. Se calcula que en el anfiteatro Flavio de Roma, más conocido como el Coliseo murieron entre 500.000 y 1.000.000 de personas, de igual manera, se mataron como a unos 9.000 animales.
En el Coliseo también se podía apreciar grandes batallas marítimas, para ello, se inundaba la arena con agua, ya que su construcción podía inundar y vaciar las aguas de manera rápida y eficaz. Juegos de gladiadores, batallas navales, luchas con animales. El anfiteatro Flavio, más conocido, quizá por la colosal estatua de Nerón que se alzaba en las cercanías, constituía parte del entretenimiento público de la antigua Roma. La famosa expresión aparata (pan y circo) resumía todo lo que los gobernantes de la urbe requerían para manejar a la multitud y mantenerla entretenida. Son muchos los mitos en torno a la lucha de los gladiadores. Por ejemplo el gesto del pulgar hacia abajo que determinaba la muerte de un vencido o la fórmula con que los prisioneros condenados a luchar saludaban al emperador Claudio: ¡Ave César! Los que van a morir te saludan. Pero más allá de estos detalles, todo lo demás parece haber sido cierto, dramáticamente cierto, el espectáculo de la sangre derramada exaltaba los ánimos de los espectadores, que quedaban atrapados por la adicción al anfiteatro.
Tras las célebres ejecuciones de cristianos, desde el siglo VI los juegos de gladiadores cayeron en desuso. Después el edificio sufriría cuatro terremotos, y entraron a la Edad Media se convirtió en la cantera de Roma. Pese a perder casi por completo la parte sur durante siglos de expolio, aún hoy en día domina majestuosamente el paisaje de Roma. En la lejanía del oscuro siglo VIII, el historiador Beda el Venerable ya predijo: Mientras siga en pie el Coliseo, seguirá en pie Roma. Cuando caiga el Coliseo, caerá Roma. Cuando caiga Roma, caerá el mundo.
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